Pez luna y atún rojo, dos especies protegidas

El Pez luna (Mola Mola) es un pez óseo que habita en aguas templadas de todo el mundo. La creencia común es que les gusta tomar el sol en las superficies. No obstante, algunas investigaciones revelan que estos peces nadan a 100 o 200 metros de profundidad. Las temperaturas del agua oscilan entre los 10° y 14° C, aunque pasar largo tiempo en ese ambiente podría causar confusión, desorientación e incluso la muerte. Por tal razón, el pez luna sube a la superficie a tomar sol con la finalidad de hacer, lo que algunos biólogos marinos llaman, recarga térmica. Esto les permite volver a zonas de aguas más frías. En ocasiones nadan a zonas pobladas por pequeños peces para que estos limpien su piel de parásitos.

El aspecto del cuerpo del pez luna semeja una gran cabeza con aletas. Es plano, ovalado y bastante grande ya que llega a medir hasta 3.3 metros de longitud. El peso máximo que la báscula ha registrado es de 2,300 kilogramos pero en general el peso oscila entre 247 y 2,000 kilos.
Este pez es uno de los más prolíficos de todos los vertebrados: una hembra puede producir unos 300 millones de huevos en cada fase reproductiva.

La captura accidental se considera la amenaza más grave del pez luna. Solamente en Sudáfrica se calcula que en un sólo año se capturaron 340.000 ejemplares.

Está clasificado como vulnerable a la extinción, que es la misma categoría en la que se encuentran los osos polares, los guepardos y los pandas gigantes.

Queremos recordar la prohibición de pescar esta especie protegida y el importante papel que tiene en la gestión pesquera y el turismo. Por un lado, el Pez luna contribuye a evitar la proliferación de las medusas (forman parte de su alimentación).

Por otra parte, es un gran aliado de los pescadores, ya que las medusas, además de los conocidos perjuicios que causan en verano sobre el turismo de playa, se alimentan de plancton y también depredan huevos, larvas de peces y alevines de especies de interés pesquero que, una vez alcanzadas las medidas comerciales respectivas de cada especie, deberían formar parte de las capturas de los pescadores. Como las medusas consumen también el alimento de preferencia para las larvas de cualquier especie de pescado, cuando hay una gran proliferación de medusas en una zona del mar, disminuye o desaparece el alimento de los peces, lo que puede reducir mucho las poblaciones de especies pesqueras.

Os recordamos también que está prohibida la pesca, la tenencia a bordo y desembarque de ejemplares de atún rojo (Thunnus thynnus) para la modalidad de pesca deportiva y recreativa, aplicándose importantes sanciones.

Los atunes rojos del Atlántico se cuentan entre los animales más rápidos del planeta, y también entre los que se extienden por una zona más amplia. Este pez puede llegar a medir más de tres metros y a pesar novecientos kilos, y alcanza velocidades de más de sesenta y cinco kilómetros por hora cuando persigue a sus presas o cuando es él quien intenta evitar ser capturado. Además, se sumerge a profundidades superiores a los novecientos metros.

Los atunes rojos del Atlántico se cuentan entre los animales más rápidos del planeta, y también entre los que se extienden por una zona más amplia. Este pez puede llegar a medir más de tres metros y a pesar novecientos kilos, y alcanza velocidades de más de sesenta y cinco kilómetros por hora cuando persigue a sus presas o cuando es él quien intenta evitar ser capturado. Además, se sumerge a profundidades superiores a los novecientos metros. Estos animales migratorios llegan a cruzar el océano Atlántico, recorriendo una distancia de más de ocho mil kilómetros, y no sabemos cómo, pero se las arreglan para regresar a los mismos puntos una y otra vez a lo largo de toda su vida, que puede llegar a las cuatro décadas.

La científica marina Molly Lutcavage, que ha dedicado los últimos diecisiete años a estudiar esta especie, asegura que el atún rojo tiene unas características físicas extraordinarias que le permiten lograr hazañas como esa. Su cuerpo de líneas aerodinámicas están tan optimizado para nadar que un grupo de científicos financiados por el ejército estadounidense ha estudiado el atún rojo como modelo para los torpedos de la marina. Los atunes rojos toleran cambios de temperatura enormes, desde los veintisiete grados centígrados hasta los ocho, lo que les permite perseguir a sus presas hasta las profundidades, y cuentan con un sentido de la vista sofisticado y otros sistemas sensoriales que también funcionan en la fría oscuridad. La explicación a sus sorprendentes habilidades en materia de navegación sigue siendo un misterio. Según Lutcavage, podría ser que el agudo sentido del olfato de estos atunes les permita crear una especie de mapa químico del océano, pero también es posible que naveguen guiándose por las estrellas, o que sean capaces de detectar el campo magnético terrestre (los investigadores han descubierto que otra especie de atún, el de aleta amarilla o rabil, tiene magnetita en el cerebro, lo que podría facilitar la navegación magnética).